Ya se especulaba con un partido complicado en la previa y se esperaba un planteo similar al de Arsenal por parte del equipo Granate. River había jugado un partido agobiante en Sarandí 72 horas antes y el cansancio físico se empezó a notar. En la Fortaleza, fueron todas contras: un público hostil, su DT expulsado, un rival que ensució el juego todo el partido y un árbitro permisivo y parcial. Para colmo, el gol de Lanús llegó cuando el Millonario ya había tenido algunas claras para abrir el marcador: de contra y tras un desacople defensivo, Romero habilitó a Acosta que anotó tras una floja respuesta de Barovero.
La bronca se hacía evidente en el equipo de Gallardo, que tuvo muchas ocasiones para marcar pero sufrió la falta de definición y para colmo se vio claramente perjudicado por el mediocre arbitraje de Beligoy. Dificil enumerar los errores del juez: desde faltas en ataque inventadas hasta patadas, codazos y empujones dignos de amonestación (un par de expulsión) que decidió no ver. El horror más grosero lo protagonizó a mediados del primer tiempo, cuando un agarrón grosero de un jugador de Lanús a Funes Mori para que no llegue a despejar el balón fue pasado por alto, y de no ser por el lineman hubiera terminado en gol. Vergonzoso.
Dos tiros en el travesaño, algunos cabezasos sin dirección, otros disparos desviados y un par de salvadas de Marchesin condenaban a River a una injusta derrota. Hasta que a los 25' del complemento apareció Teo Gutiérrez, el goleador del campeonato, para poner la igualdad: con un potente disparo desde 30 metros y una floja respuesta del arquero, sentenció el empate definitivo. A todo esto, Gallardo se la había jugado con los cambios: mantuvo los tres delanteros y dejó una línea de tres defensores, con varias modificaciones obligadas por cansancio o molestias físicas.
Una vez más, River dio una prueba de carácter y demostró que es un hueso duro de roer. Con todo en contra, algunos bajos rendimientos y todo el cansancio a cuestas, rescató un punto que desde el merecimiento debieron ser tres. Aún con limitaciones, sigue imponiento la filosofía del ataque constante como su arma principal y no baja nunca los brazos. Estiró su invico a 21 encuentros y sigue como único puntero. Ahora, con una semana de descanso, la mente ya está puesta en el partido más importante del torneo: el Superclásico.
Macarena Álvarez Kelly
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