Todo sucedió demasiado rápido. El grupo de matones increpó al personal de seguridad de la entrada y del estacionamiento interno y se dirigió directamente hacia la confitería, donde sabían que se encontraban algunos de los hombres más importantes de Los Borrachos del Tablón. En medio de un ambiente familiar y plagado de chicos que salían del instituto, se desató el caos: volaron sillas y botellas, rompieron todos los vidrios e hirieron de gravedad a tres individuos identificados con la barra oficial. Otro grupo se dirigió hacia el gimnasio, pero no encontraron a los destinatarios del ataque. Y así, como si nada, en menos de 10 minutos se retiraron sembrando el horror.
Así quedaron los vidrios de la confitería. |
Un nuevo capítulo en esta historia de violencia que parece no tener fin, ni nadie que quiera cambiar la triste realidad. Quienes tienen las herramientas para hacer algo seguirán eligiendo mirar para otro lado, mientras estos delincuentes, que se creen dueños de nuestros clubes, seguirán haciendo sus negocios y manejándose impunemente amparados por el poder político. La justicia debería actuar en consecuencia, contra los que no debieron entrar y contra los que nunca debieron estar adentro. Los perjudicados, como siempre, serán los socios e hinchas que quieren acompañar a su equipo sin ningún otro interés de por medio más que el amor por los colores.
Macarena Álvarez Kelly
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