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viernes, 20 de febrero de 2015

LAMENTO BOLIVIANO

River tenía el partido controlado, pero a diez minutos del final algunas desatenciones desembocaron en el 2-0 de San José. Un resultado injusto desde el trámite del encuentro y que le cuesta caro en el arranque de la Libertadores.


A River le faltó altura. Algo que suena irónico, teniendo en cuenta los 3800 metros sobre el nivel del mar a los que se encuentra la ciudad boliviana de Oruro. Le faltaron unos centímetros en algunos jugadores para evitar las fallas que desembocaron en el primer gol, pero también le faltó prestancia a la hora de enseñar los dientes y traerse un buen resultado. A la otra altura, la que implicaba complicaciones físicas a la hora de jugar y preocupaba sobremanera, el equipo de Gallardo la sorteó sin problemas.

Fue injusto el resultado. Porque River se sobrepuso a un ambiente con baja presión a la que los equipos del llano no están acostumbrados, e incluso por momentos superó a San José en lo físico. En el primer tiempo tuvo buena circulación de pelota, intenciones ofensivas y algunas chances de abrir el marcador. El Pity Martínez fue la llave constante para sorprender, teniendo en cuenta que el equipo no podía ejercer la presión a la que nos tiene acostumbrados.

El ex Huracán contó con dos chances de abrir el marcador, pero el balón se fue apenas desviado. Rodrigo Mora tuvo la más clara de todo el partido, pero en un arrebato de egoísmo decidió pegarle él, obviando que a su derecha Solari estaba mucho mejor posicionado. River intentó con sus herramientas en la primera parte, aún sin poder controlar las variaciones lógicas de la distancia y la fuerza de acuerdo a la altura. Tampoco supo aprovechar del todo bien los espacios, transformando los desplazamientos en algo medio torpe, pero aún así cerró unos primeros 45 minutos muy convincentes.

En el complemento, cansado, se metió un poco más atrás. Aún así, los jugadores de San José no lograban doblegar el arco millonario con sus largos centros y sus remates desde afuera del área. Pero a mediados del segundo tiempo, Germán Pezzella cayó al suelo y se golpeó la espalda. La salida del defensor cambió todos los planes e hizo que las cosas se desordenaran. El equipo perdió firmeza en el fondo, pero también perdió altura en el juego aéreo. Urribarri entró a ocupar el sector izquierdo, mientras que Solari lo hizo por la derecha. Un error combinado entre ellos dos, más una mala respuesta de Barovero, desembocó en el gol de Orué. Luego, cuando ya todo se había salido de control, Valverde clavó un tiro libre de 35 metros para sentenciar el 2-0 definitivo.

Sin dudas, River mereció más. El planteo de Gallardo fue correcto y la mayoría de los jugadores cumplieron de buena manera. Un partido que en la previa era complicado y hasta perdible, en el trámite se vivió con tranquilidad e incluso con la certeza de que se podía ganar. Cuando el empate se estaba transformando en algo justo, aparecieron los dos goles en los diez minutos finales como un baldazo de agua fría que dejó al Millonario con las manos vacías. Un resultado exagerado para lo que se vio en cancha y que deja a un River con bronca por arrancar esta Libertadores con el pie izquierdo.


Macarena Álvarez Kelly
@Malvarezkelly

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