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martes, 6 de mayo de 2014

Volver a ser




     Aquel grito atragantado, buscado de manera desesperada, ese que nos hacía elevar las manos al cielo y preguntar "¿Hasta cuándo?". Ocho partidos, 642 largos minutos separaron a Fernando Cavenaghi de las redes rivales. Una marca insoportable para alguien que respira goles y para todos aquellos que estamos acostumbrados a disfrutarlos.

     No fue una noche más para el hincha de River, y tampoco para el capitán que lleva el Monumental tatuado en su brazo izquierdo. Es que, aquel, sería el escenario de la resurrección del goleador en el momento justo, cuando el equipo se jugaba sus últimas fichas para seguir en la pelea por el título.

     Que ya no es el mismo, que está lento, que está gordo... el Torito siempre se las ingenia para reinventarse y hacer frente a las críticas. Luego del desahogo del penal convertido ante Saja y el tremendo remate de Carbonero desde afuera del área, fue el colombiano quien enhebró una gran jugada colectiva y le cedió al 9 la oportunidad de ponerle la frutilla al postre. Taco exquisito, y adentro.

     Delirio Monumental al grito de "El Cavegol, el Cavegol". Abrazos por doquier y miradas cómplices de aquellas almas que lo conocen desde la cuna y saben que Fernando siempre vuelve a sorprender. Primer doblete desde su última vuelta, un campeonato que lo tuvo presente más desde las ganas y el compromiso que desde el marcador. Pero los goleadores son así.

     La Banda ya fue testigo de 97 gritos, explosiones de amor incondicional que prometen seguir sumando nuevos capítulos. A sólo 3 pases a la red de alcanzar el centenar, algo que en la historia de River sólo está reservado para unos pocos elegidos. Fernando Cavenaghi es sinónimo de goles, pero también de lujos y buen juego. La calidad está intacta, pero a veces hay que esperar un poco más.

     Luego de haber vuelto en el momento más triste y darlo todo por los colores, parecía que ya nada podía pedirle el hincha de River a aquel hombre. Hoy, sin embargo, el fútbol nos lleva a estar a sólo dos pasos de reencontrarnos con lo que la historia manda. El capitán tendrá la dura pero gratificante tarea de comandar al equipo rumbo a la gloria. Sólo se trata de reinventarse, de dar un poco más cuando ya nada queda. Porque River, al igual que Cavenaghi, tiene la oportunidad de volver a ser.


Maca Álvarez Kelly

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